Ø ALTIPLANO, QUECHUA
& AYMARÁ
Enero, aquel del ‘77: Viajo a La Paz , Bolivia, por una
propuesta laboral (¡¡¡dar allí clases de expresión corporal!!!) que finalmente no
se concreta. Pero ya estoy de nuevo en movimiento. Atrás quedaron el lastre y
la querencia; todo lo que venga de ahora en más es recibido con curiosidad y
buena disposición, estoy abierto a un destino –el mío- que se va dibujando a
pesar mío.
Imprevistamente surge un
trabajo como iluminador en el Teatro Municipal de La Paz , duración: 2 meses. Sin
preparación previa y con un desconocimiento absoluto del metier, el debut es
catastrófico.
Función estreno del Ballet Nacional Boliviano: puesta en escena de una obra de escalofriante
argumento kitsch que entremezcla princesas autóctonas de poncho, tutú y
zapatillas de punta con impiadosos conquistadores hispánicos...
Indios
evangelizados por la palabra del señor que son convertidos por la obra y gracia
de "nobles misioneros jesuitas" (sic). Pintorescas deidades del panteón aymara,
veneradas pachamamas y ekekos emponchados moviéndose al ritmo de zampoñas,
erkes, quenas y sección de cuerdas ad hoc. Una edulcorada coreografía de
opereta que narra en clave naif el salvaje sometimiento de las culturas originarias. Todo muy “à la page” para la blanca, pacata, provinciana y conservadora burguesía
paceña.
Y allí estoy yo,
-aterrorizado por el miedo escénico y la falta de experiencia-, al comando de
una batería de dimmers, resistencias, gelatinas, cenitales, spots y seguidores
de incomprensible manejo que no acierto a pilotear... Intentando cumplir con un guión imposible cuya lectura me resulta indescifrable...
La función se sume en un
caos de apagones y luces que se encienden sin sentido provocando el total
desconcierto de bailarines y músicos que, atónitos, se observan entre sí. Nadie
alcanza a comprender lo que ocurre. El público no resiste tamaño desatino y se
subleva indignado: generalizada rechifla, abucheo ensordecedor y un
estremecedor taconeo que asciende desde la platea. Acto seguido el jefe de sala
–un cholito petiso y sudoroso- irrumpe en la cabina desplazándome del timón de
la consola con ira y violencia descontroladas. Profiriendo insultos en
castellano e incomprensibles amenazas en aymará me desaloja a empujones del
cubil para adueñarse del comando. Yo no ofrezco resistencia. This is the end my friend! Es
debut y despedida en un solo acto: soy cesanteado sin atenuantes antes de que
termine la función...
¿La Paz ? una batalla perdida en
esa desacertada noche inolvidable.
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